Levantarse, desayunar, y ser sepultado en toneladas de actualizaciones respecto al COVID-19 se ha vuelto rutina por estos días. En estas semanas, el mundo literalmente se ha detenido. Toda nuestra actividad social y económica como especie humana ha ingresado en un modo de suspensión o cámara lenta. Como en una película donde se palpitan los segundos previos al tsunami, iceberg, terremoto, o demás catástrofes. Escenarios distópicos cómo el de Soy Leyenda, Epidemia o Contagio, han saltado a la mente de la población mundial cómo un acto instintivo, a veces minimizando y otras sobreactuando la respuesta a la problemática.
En este contexto, más que nunca, el Big Data, el trabajo on-line y los mercados globales de servicios creativos, surgen como la opción estrella para las relaciones futuras. Y es que quizá el cambio tecnológico hacia este nuevo mundo haya eclosionado por obligación y no por elección, tal como ha sucedido en la gran mayoría de los cambios disruptivos que hemos vivido como especie.
Las economías latinoamericanas han sido por largo tiempo (las unas más, otras menos), mercado-internista, por lo que, si bien han tenido en general debilidades en la adquisición de divisas para industrializarse, es en este contexto de reducción del comercio exterior donde se presenta la posibilidad de dedicar parte de la expansión del gasto al fortalecimiento y actualización del entramado productivo y del conocimiento creativo, vía formación y actualización tecnológica para surgir como región líder de la economía naranja
Por caso, según los datos del Ministerio de Desarrollo Productivo de Argentina de 2017 (último disponible), y de cantidad de empresas totales de la Administración Federal de Ingresos Públicos a enero 2020, 9529 empresas de las más de 542.000 que el país psoee son las que exportan. Es decir, menos del 2%. Además, solo participan en el 0,3% del comercio mundial. En 1994, existían 9.599, es decir, es el dato más bajo en veintiséis años. Por otro lado, la industria de ICT, servicios personales y profesionales aportaron en 2018 valor por más de U$S 6.500 MM a la economía, esto es algo así como el 11% del total exportado. Sin embargo, el 74% de las empresas en Argentina tienen menos de 5 empleados y, al igual que las miles de cooperativas, poseen baja capacidad, calidad tecnológica y de conocimiento de mercados, siendo las primeras que enfrentan la crisis por su incapacidad de competir y sostener el ingreso, de las 800.000 familias que viven de ese esfuerzo, sin contar autónomos, monotributistas y empleados no registrados.
Lograr consorcios de gestión e información, así cómo los de exportación, pueden brindar a través de Institutos, Universidades y Organizaciones de agremiación productiva, las escalas de conocimiento y análisis necesarias para superar esta barrera infranqueable a cada una de las unidades productivas más pequeñas y expuestas para potenciar así la exportación de productos y servicios creativos, por ende, de alto valor agregado.
El sociólogo estadounidense Alvin Toffler decía: “Se nos enseña que la economía es el estudio de los recursos escasos, y los hay. Sin embargo, el conocimiento no lo es: todos podemos aprender aritmética y nunca se agotará”. De la misma forma, se nos presenta entonces una excelente oportunidad para que pymes y asociaciones cooperativas puedan acceder a servicios de I+D+i, y de infraestructura ICT, de tal manera que el nuevo escenario económico les brinde oportunidades de internacionalización e inserción en las cadenas creativas de valor globales. Este es el momento de potenciar estas actividades con Institutos activos, cómo los que poseen Universidades y Banca pública, junto con un fuertes y financiamiento para el cambio y acceso tecnológico de escala en materia de machine learning y minería de datos, por nombrar dos de los núcleos más complejos de acceso a este segmento de la producción.
Se requiere un aporte que permita el acceso a todo el aparato productivo independientemente de su escala y recursos, y el momento se presenta único y al alcance de la mano si se logran destinar los esfuerzos suficientes para avanzar hacia este nuevo contexto.